Sabíamos que podía pasar. Lo presentíamos todos (hinchas, periodistas, jugadores, técnicos, dirigentes). Pero cuando ocurrió, cuando el árbitro colombiano Andrés Rojas, pitó el final, el golpe fue tremendo. Las matemáticas dicen que aún se puede (Perú tiene que ganar y golear en las dos últimas fechas, y esperar que Venezuela y Bolivia pierdan todo), pero tras el empate sin goles ante Ecuador en el Nacional, las sensaciones son totalmente opuestas. Ya es casi un hecho: la Bicolor, el equipo que menos goles anotó hasta ahora (6) y el segundo que más recibió (24), prácticamente le ha dicho adiós al Mundial del próximo año.
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Y la actitud de los jugadores una vez finalizado el partido lo dice todo. Paolo Guerrero fue el primero en abandonar el campo, casi al mismo instante de escuchar el pitazo final. Con un rostro desencajado, preguntando si ya estábamos eliminados, se dirigió al vestuario mirando al suelo, sin saludar a su pareja Ana Paula Consorte que estuvo presente en uno de los palcos. Fuentes cercanas al jugador nos comentaron que ahora sí es casi confirmado que el goleador histórico jugó su último encuentro con la Bicolor. Por eso quizá el desconsuelo y la decisión de ir rápido a los vestuarios a desahogarse. Fue, también, uno de sus mejores partidos en los últimos años: 41 años encima, Paolo intentó como si tuviera esos 20 con los que debutó en 2004, peleó, arengó y lideró. Su jerarquía se dimensionará cuando no esté, cuando lo extrañemos.

En el centro del campo los jugadores se agruparon. Luis Ramos, el llamado a tomar la posta de Paolo en estos momentos, no podía ocultar las lágrimas, mientras que Carlos Zambrano consuela a Renzo Garcés. Los dos centrales de Alianza Lima se abrazan. Batallaron juntos, pero no alcanzó. Todos alzan las manos y agradecen al hincha que, pese al contexto en el que se encuentra la Bicolor, asistió al Nacional. La mejor hinchada del mundo en 2018, según FIFA. La más incondicional desde siempre.
Pedro Gallese casi no puede caminar. Un miembro del cuerpo técnico lo ayuda a salir del campo. Cojea y gesticula con dolor. Aún así, se mantuvo en el arco. Ya mostraba la posible lesión en su pierna derecha en el segundo tiempo, incluso pidió atención médica, pero aún así nos salvó de acabar perdiendo. Es, para muchos, el mejor arquero en la historia de la selección. Y debe seguir siendo el líder de cara a las próximas Eliminatorias.
André Carrillo conversa con algunos futbolistas ecuatorianos. Intercambia su camiseta y luego vuelve a la realidad: Perú está a nada de decirle adiós una vez más al Mundial. Fue, quizá, el que más intentó la noche de este martes. Jugó al lado de Tapia para encargarse de generar fútbol, aunque nunca tuvo un acompañante. En el primer tiempo se ganó la reprimenda de Paolo Guerrero, quien le dijo que juegue más simple, que no complique las salidas ante la buena presión ecuatoriana. En el segundo tiempo, ya con el reloj como un rival más, no aguantó la impotencia y habría desatado su irá ante Andy Polo, uno de los jugadores de peor rendimiento.
Perú luchó más de lo que jugó. Y está bien. En medio de una crisis futbolística y con poco tiempo, Óscar Ibáñez trabajó en recobrar la memoria de una base mundialista, apeló a la jerarquía y orgullo de unos jugadores que dejaron todo en el campo. Sin embargo, no alcanzó. Y la inminente eliminación es la consecuencia de las pésimas decisiones que se tomaron.

Ecuador celebra, aunque en un mal momento
Las dos caras de la moneda. Mientras la selección peruana se consuela entre el aplauso del hincha reconociendo el esfuerzo y el consuelo de haber peleado hasta el pitazo final, Ecuador celebra a unos metros. El punto conseguido en Lima los clasifica al Mundial y se enteraron ahí, sobre el césped del Nacional.
“El que no salta no va al Mundial”, cantan. Lo mismo ocurre con algunos hinchas ecuatorianos que rápidamente son disipados por la policía para evitar algún incidente que se tenga que lamentar. Festejan una clasificación, aunque lo hacen en casa de Perú, un inminente eliminado.

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