El primero en ingresar al vestuario fue Paolo Guerrero. El delantero nacional, a diferencia que todos sus compañeros, no quiso quedarse en el campo de juego ni escuchar consuelos: quería estar solo porque se acababa de terminar la ilusión de clasificar a su último Mundial.
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Varios minutos después, fueron ingresando uno a uno y la frase que más se repetía era “bien jugado” o “buen partido, hermano”, entre unos y otros. Sin embargo, las caras largas eran inevitables. El sinsabor de haber hecho un buen partido y no poder lograr el objetivo los tiró a abajo. Uno de los más afectados, si cabe la palabra, fue André Carrillo, cuya energía puesta en el partido pareció esfumarse apenas escuchó el pitazo final.

La ‘Culebra’, que reapareció para este encuentro, permanecía en silencio como si no cayera en cuenta de lo que pasó. De otro lado estaba Renato Tapia o Carlos Zambrano, dos jugadores más elocuentes y que llevaron mensajes de motivación a quienes se cruzaban por ahí.
Zambrano, por ejemplo, fue el encargado de consolar a Renzo Garcés que no pudo evitar las lágrimas desde el mismo campo de juego hasta el camerino. El ‘Kaiser’ conversó con él por unos minutos.
Un detalle quizá incómodo era que, por la proximidad de los vestuarios, el tenso silencio de los seleccionados nacionales se rompía con la bulliciosa música de celebración de la selección ecuatoriana. Si bien no se escuchaba tan cerca, el ruido llegaba y, sin duda, dejaba pensando a más de uno sobre esa felicidad que consiguieron también aquel 15 de noviembre, hace ocho años atrás.
Quien trató de mejorar el ánimo fue Óscar Ibáñez y su comando técnico. El entrenador se dedicó a agradecer a cada uno por su compromiso y entrega, ese fue el mensaje más repetitivo. Hasta donde se conoce, quien no visitó los camerinos fue el presidente de la FPF.

“Yo estoy hace cuatro partidos con el grupo, la intención siempre fue generar el mejor ambiente, que quieran venir, que mantengan ese sentido de pertenencia, no me canso de agradecerles por ello”, había dicho el entrenador en conferencia de prensa.
“Triste por el resultado, por el esfuerzo de los muchachos, por la entrega ante una selección que solo había recibido cinco goles en toda la Eliminatoria. Nosotros le generamos cuatro o cinco situaciones claras que no pudimos concretar. Agradezco a los jugadores por la actitud, por la entrega y por siempre ir hacia adelante, pese a las molestias que pudieran sentir. Además, nos afectó haber tenido un día menos de descanso“, sostuvo Ibáñez.
Los más tristes fueron justamente aquellos: los mundialistas. Guerrero, Tapia, Carrillo, Gallese, Zambrano, por mencionar a algunos, quienes en gran parte vieron ir su última chance de lograr una clasificación a un Mundial o jugarlo. Aún así, la promesa de terminar con dignidad las Eliminatorias, dándolo todo hasta el último partido, es algo que piensan cumplir en setiembre próximo.
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