Don Agustín I, tan político como Manuel, tiene también lo suyo. Luego de filtrar nombres bombásticos como Pekerman, Tité y Gabriel Milito, sacó un pequeño as de la manga: Óscar Ibáñez. El ex arquero de la ‘U’ y Cienciano está lejísimos de tener los galones de los otros ‘candidatos’; carece, además, del prestigio de Juan Reynoso y Jorge Fossati, sus predecesores en el cargo; pero hay tres rasgos que ha mantenido incólumes y que en San Luis, vivísimos, captaron a la primera: es un profesional honesto, ajeno a los escándalos y recordado aún con admiración. Aunque parezca mentira, encontrar a alguien así en nuestro ambiente futbolístico es difícil. Para cualquier dirigencia en apuros, resulta un pararrayos eficaz. Y una poderosa distracción.

Por eso sorprende que Óscar se haya prestado a ser parte de esta nueva burla. Porque lo que estamos viendo es eso: una nueva burla perpetrada por la peor junta directiva que haya pasado por la federación en sus casi 103 años de existencia. Los hechos lo demuestran: últimos en la eliminatoria, cero puntos en la Sub 20, institucionalidad de papel crepé, una liga que no se sabe con cuántos clubes va a terminar, derechos de transmisión en el aire, sin director deportivo y un desprestigio del tamaño del orgullo de quien funge como su presidente. ¿Y todo con qué fin? Para que en unos meses llegue otro entrenador, dizque más prestigioso, y supuestamente se encargue de hacer un cambio en nuestro fútbol desde los cimientos.
Ignoro las razones detrás de esta decisión del héroe de la Sudamericana del 2003. No concibo que “darle una mano al fútbol peruano” -el pretexto que suele usarse- se haga a costa de macular una trayectoria que siempre inspiró respeto.
La única salida decente a este entuerto era hacer una profunda labor de profilaxis en cada rincón del predio de San Luis e incluir como requisito obligatorio la renuncia de la junta directiva. Esa gran oportunidad se ha perdido. Y ahora, quienes han hundido a nuestro fútbol en la ignominia, tienen oxígeno nuevo para seguir perpetrando sus disparates.
Te están utilizando, Óscar, y cuando no les sirvas, te desecharán. Acuérdate. Ese es su modus operandi.
