Sobre sus espaldas carga el peso inevitable de haber sido el último diez de la selección peruana. El que debió hacernos olvidar al inefable Christian Cueva, pero falló en la tarea y resultó insuficiente en los argumentos. Sergio Peña llega a Alianza Lima en la efervescencia de sus 29 años, no como el veterano que busca el último aplauso (que es como debería volver), sino como el gran fichaje con responsabilidad de superar largamente las expectativas.
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Peña es una paradoja. Un mediocampista fino, con técnica depurada y buena lectura de juego, pero también es un jugador que nunca terminó de consolidarse como figura indiscutible ni en la Blanquirroja ni en los clubes que defendió.
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Surgido de la cantera de Alianza Lima, Peña emigró joven al Granada de España, donde apenas tuvo minutos. Luego pasó por Portugal, por el Tondela, también sin mucha continuidad. Su verdadero momento llegó en el FC Emmen de Países Bajos, donde en la temporada 2019/2020 jugó 25 partidos, anotó 5 goles y firmó 4 asistencias. Allí encontró minutos, confianza, y sobre todo, responsabilidades: se convirtió en el eje del mediocampo, el dueño de la pelota parada, el que pedía la pelota todos se nublaban.
Esos buenos momentos lo llevaron al Malmö FF de Suecia, un club más competitivo, con presencia regular en competiciones europeas. Allí también tuvo partidos destacados, sobre todo en 2021: jugó 33 encuentros y marcó 4 goles. Sin embargo, su participación fue perdiendo protagonismo con el paso del tiempo. De ser figura, incluso capitán, pasó a ser alternativa. De la titularidad, al banco.
¿Por qué volver tan pronto?
En la selección peruana fue parte del ciclo de Ricardo Gareca. Integró la plantilla que disputó la Copa América 2021, donde evidenció algunos destellos. Su mejor versión con la Bicolor se vio en ese torneo, donde fue parte del mediocampo junto a Yoshimar Yotún y Renato Tapia. Aportó con gol, visión y claridad. Pero fue una chispa, no un fuego. En las Eliminatorias rumbo a Qatar 2022 su participación fue más irregular. Jugó 10 partidos, solo 3 como titular, y no registró goles ni asistencias.
Su llegada ahora a Alianza Lima es, al mismo tiempo, un golpe de ilusión y una llamada de alerta. Ilusión porque Alianza Lima recupera a un jugador con roce internacional, con experiencia en torneos UEFA, con pasado mundialista y en una edad importante. Pero detrás hay un problema: ¿por qué un futbolista en edad competitiva regresa al torneo local?
Peña no es el único. Edison Flores volvió a los 28, Andy Polo lo hizo a los 27. Raúl Ruidíaz recién lo hizo este año a los 34. Christian Cueva regresó varias veces, pero volvió a Alianza Lima con 31 años luego de ser mundialista. Es una constante: los peruanos, a diferencia de los uruguayos o colombianos, no logran sostener carreras largas en ligas exigentes. Y ese es un reflejo de una crisis estructural. No es que Peña haya fracasado. Es que el sistema no les permite crecer. Se van sin madurar, sin proceso, sin respaldo.

Peña y el reto en Alianza Lima
En Alianza Lima, Peña encuentra un club que necesita de su talento. En ese contexto, su número 10 tiene peso. Ya no será una promesa: será responsable. Las luces apuntan a él. Y eso, para alguien como Peña, puede ser tanto una carga como una motivación.
“No creo haber sido tan malo o haber hecho las cosas tan mal como la gente dice. A mí me grita ‘pecho frío’ un tipo que está en la tribuna yendo a ver cómo jugamos y si es que meto un gol, lo va a gritar”, dijo el mediocampista en entrevista con Al Volante se Darinka Zumaeta hace un tiempo.
Esa cabeza fría del que le importa poco las opiniones y se sabe bueno, puede jugarle a favor en un escenario normal, pero en el fútbol peruano, en nuestra pintoresca Liga 1, es un riesgo.
En las próximas semanas se verá al nuevo Peña. Si ha regresado por comodidad o por convicción. Si se suma a la lista de regresos intrascendentes o si marca diferencia en un campeonato que necesita protagonistas. El reto no es menor: levantar a un Alianza golpeado, reconectarse con la selección, y demostrar que aún hay fuego en esa cabeza fría. Mientras, los peruanos en el exterior nuevamente habrá que contarlos con los dedos.
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