Ningún evento multitudinario paraliza así al país. Quizá exagero, pero ninguno lo reta de esta forma ni lo condiciona tanto. Habría que buscar en un cumbre de mandatarios o esperada una visita papal para explicar lo que ocurre cuando el Perú, ese país adormecido en el que está todo por hacer, está puesto en los ojos del mundo así como esta semana.
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El termómetro a mirar quizá sea lo que ocurre con la Javier Prado, esa arteria que cruza el corazón de la ciudad como si fuera la aorta: paralizada, detenido el país para que crucen por allí a velocidad crucero los buses última generación en los que llegaron al Monumental, pasadas las 2:50 pm -el partido era a las 4 p.m., de tuvo que postergar 15 minutos-, las delegaciones de Flamengo y Palmeiras, antes de librar batalla para decidir al campeón. No hubo un solo policía, un atónito vecino, un disgustado chofer del Corredor Rojo que no tuviera que rendirse a lo que es, no tengo ningún rubor en decirlo, la cita más importante que ha tenido el Perú en el cierre del año 2025.
Eran los dos equipos más poderosos de la Copa Libertadores, los gigantes brasileños, pero también 500 millones de dólares saliendo de San Isidro hacia La Molina. Ante la magnitud de esa riqueza solo hay que rendirse.
El lunes último, apenas pisó Lima como jefe de prensa de la Conmebol, el periodista paraguayo Ariel Ramírez me compartió una data clasificada que hoy se puede revelar, sin romper el off the record: era un documento vía WhatsApp que llevaba el título Impacto Económico en el Perú de la Copa Libertadores 2025 e indicaba, entres otros detalles, cifras que no solo llegaron en la maleta de los casi 50 mil brasileños que viajaron en canoa, moto, auto y avión desde su país, sino que alteraron el PBI interno como si de tratara de una decisión brillante -de esas que suele tener siempre- del presidente del BCR: 70.7 millones de dólares de impacto en el Perú, distribuidos en rubros tan sensibles para la economía familiar y, pos supuesto, la de la gran empresa, En hotelería: US$ 37,5 millones. En viáticos: US$ 15 millones. En movilidad y compras: US$ 13,5 millones. En proveedores, servicios locales y legado en infraestructura del estadio Monumental ‘U’ US$ 4,7 millones. En el marcador del coloso del tricampeón Universitario solo se gritó un gol -un testarazo de Danilo, una defensa muy inocente de Palmeiras, pero estos números significaron, por lejos, que estábamos delante de una goleada de escándalo.

Al final lo gana el Mengao, entre otras razones, porque tiene futbolistas determinantes en todos los rincones del campo. Más que un equipo, parece una selección: el uruguayo De Arrascaeta es el mejor 10 de América -mandó el centro hermoso para el gol-, el colombiano Carrascal trasunta jerarquía y en el fondo Danilo y Pereira son un muro de concreto. Locales en el Monumental, se llevaron su segunda Libertadores en Lima con la seguridad que tiene alguien que ha jugado aquí toda su vida. Eso en la cancha: en la calle, ni un solo problema extremo de violencia, más allá de la locura que significó para los hinchas de la Torcida Joven, la Rubro Negra, coquetear con el rappel sin cuerdas en el malecón del parque María Reiche, en Miraflores.
La gran lección, en consecuencia, es solo una: si la final de la Copa Libertadores de América, nombre tan sensible que remite a los tiempos en que el continente parecía tener un norte común, ha pisado dos veces Lima en 7 años y acelerado todos los motores emocionales y económicos del país, algo podemos hacer bien. FPF, Universitario, Conmebol. Gobierno. Hinchas. Aunque sea por el fútbol -o gracias a él-, el único deporte que en realidad nos democratiza.
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