En Maracaibo, un barrio marcado por la adversidad, reside Mercedes en una sencilla vivienda de bloques. La lluvia cae con fuerza, simbolizando el sufrimiento de esta madre, quien ha sido testigo del incierto porvenir que enfrentan sus hijos. Mervin, su primogénito, se encuentra encarcelado en El Salvador, mientras que los demás han lidiado con circunstancias igualmente desafiantes.

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Familia venezolana afectada por deportaciones en el gobierno de Donald Trump
La historia de la familia Yamarte representa de forma muy realista la difícil crisis migratoria que enfrentan muchos venezolanos hoy en día. Mervin, un hombre de 30 años e hijo de Mercedes, fue deportado a El Salvador después de ser arrestado en Texas y ahora está en una situación muy difícil, encerrado en una prisión grande que alberga a pandilleros.
Por temor, su hermano Jonferson decidió irse a México, donde esperó un mes hasta poder tomar un vuelo humanitario organizado por el gobierno venezolano para regresar a su país. "Ha sido una verdadera pesadilla", contó a la AFP por teléfono desde el autobús que lo llevaba al aeropuerto. Enfrentó muchas dificultades y su madre tuvo que enviarle dinero. "Me siento más solo que nunca", agregó.
Por otro lado, el tercer hijo, Juan, permanece escondido en Estados Unidos, trabajando en la construcción y moviéndose de un lugar a otro para evitar ser detenido. Mercedes, la madre, se angustia cada vez que recuerda la última videollamada con sus hijos, un instante que choca fuertemente con la difícil realidad que están viviendo ahora.
El viaje hacia la esperanza y el sufrimiento en tiempos difíciles
Mervin, casado y padre de una niña de seis años, es uno de los 252 migrantes venezolanos deportados el 15 de marzo. La administración Trump utilizó una ley de guerra del siglo XVIII para justificar estas deportaciones, vinculando a los inmigrantes con el Tren de Aragua, una pandilla considerada terrorista por Estados Unidos.
Sin embargo, abogados y activistas han denunciado que muchos de estos inmigrantes fueron deportados únicamente por tener tatuajes que no están relacionados con actividades delictivas.
Mercedes, con lágrimas en los ojos, expresa su deseo de que esta pesadilla nunca hubiera ocurrido. La falta de oportunidades en su barrio, Los Pescadores, ha llevado a sus hijos a arriesgar sus vidas en busca de un futuro mejor.