Me he pasado toda la semana viendo todos los ‘reels’ y vídeos virales de la celebración del tricampeonato de la U. Mi primera conclusión es que los festejo de hoy son, por lejos, muy distintos a los que los hinchas tuvimos el 2000, después de nuestro primer ‘tri’. Hace veinticinco años, las redes no habían explotado todavía, de modo que la celebración se restringió a las imágenes de la vuelta olímpica en el estadio, las declaraciones a ras de cancha, los reportajes dominicales de los programas especializados, y las fotos a todo color de las ediciones especiales de los diarios y suplementos deportivos que decoraban los quioscos de aquella época. Por ahí algún canal mostraba una breve toma de las figuras del plantel saltando en el vestuario o lanzándose posteriormente a la piscina del hotel. No había mucho más.
LEE: “Inter Miami ve con buenos ojos a Gallese”: desde la MLS analizan el futuro del ‘Pulpo’ y qué falta para que juegue con Messi el 2026
Lo de ahora es de una intimidad inédita. En estos días hemos visto en nuestras pantallas las transmisiones en vivo que los propios jugadores realizaban desde sus celulares dentro y fuera del camerino. Los hemos visto emborracharse (no solo de euforia), cantar las barras clásicas de los merengues, y hacer doscientas veces el baile del trencito al ritmo del Gallo Negro.
¡Gracias por suscribirte a Crema y nata!
Tu inscripción ha sido confirmada. Recibirás nuestro newsletter en tu correo electrónico. ¡Esperamos que disfrutes del contenido!
Lamentamos verte partir.
Tu suscripción ha sido cancelada y ya no recibirás más nuestro newsletter en tu correo electrónico. Si cambias de opinión, siempre serás bienvenido de nuevo.
¡Gracias por habernos acompañado!
Newsletter exclusivo para suscriptores

Hemos visto a Corzo besar a su novia y abrazar al Nono Fossati como si fuera, de verdad, su abuelo putativo. Hemos visto al Orejas, a Ureña y a Carabalí mandarle al ‘compadre’ mensajes burlones que quizá nunca habrían dicho frente a una cámara de televisión. Hemos visto a Jairo llorar abrazado de Inga, y a Inga llorar abrazado de Castillo, y a Castillo gastar bromas en el avión de Tarma a Lima.
Hemos visto la tercera versión del ya clásico vídeo donde Di Benedetto, luego de la obtención del título, saluda desde un balcón con la frase de Francella: «¡Bueeeen díaaaa! Hermosa mañana, ¿verdad?». Hemos visto los goles fundamentales del año y clips de la Trinchera Norte con el fondo de la banda sonora de El Gladiador. Pero, además, varios hinchas cremas se han tomado el trabajo de recopilar declaraciones de aliancistas asegurando que campeonarían este año (Hernán Barcos, José Soto, Franco Navarro), con la evidente finalidad de enrostrarles sus fallidos vaticinios.
Hemos visto a un hincha octogenario gritar hasta las lágrimas «¡somos tricampeones!» en el patio de su casa. Y por si fuera poco, gracias a la inteligencia artificial, hemos ‘visto’ una banda de rock con Fossati como vocalista; Corzo en la batería; Williams Riveros en el bajo; y Varela en la guitarra eléctrica.
No, este aluvión de vídeos no se parece de ninguna manera a lo visto y vivido en el 2000. No sé si es ‘mejor’, pero en términos comunicativos es más cálido, más épico, más entrañable, y hace que el vínculo entre el hincha de a pie y el club se sienta indisoluble. No sé qué vendrá más adelante, pero esta felicidad tan bien documentada no la vamos a olvidar nunca. Y con seguridad, ellos tampoco.
*****
¡Tu pasión merece ser premiada! Accede a contenido exclusivo, sorteos, premios y más con la Suscripción del Hincha. Da click aquí para ingresar.