La insensatez puede medirse de varias formas: pidiéndole al taxista que conduzca por la avenida Javier Prado, a las 6 de la tarde, para llegar a tiempo a un compromiso; caminando por una calle despreocupado, a cualquier hora del día, con el celular en la mano; creyéndole a ese amigo que jura “por diosito” que el fin de semana -“de todas maneras, hermanito”- paga lo que debe…
O contratando a Christian Cueva.
LEE: El compromiso de Valera y qué significa el “volver a las raíces” en la selección
En los últimos días se ha difundido por diversos espacios deportivos la versión de que tres equipos limeños (Universitario, Cristal y Boys) estarían interesados en contar con ‘Aladino’ la próxima temporada.
El supuesto sondeo de los rosados tiene cierto asidero a partir de su propia desesperación. Después de un torneo mediocre, en el que nuevamente mostró un nivel lejano a las expectativas de sus hinchas, requiere un revulsivo, una contratación que remezca al Callao entero y les devuelva la ilusión. ‘La misilera’ no campeona desde 1984 y el próximo año celebrará sus 99 años de vida. Con un hombre de billetera gruesa a la cabeza de su administración, la posibilidad real de armar un equipo competitivo palpita en el corazón de cada chalaco. ¿Pero con Cueva, teniendo la tentación de la fiestita, el baile y el agua de cebada abundante a la vuelta de la esquina?
Lo de Cristal suena más a maniobra de un empresario desesperado por poner en vitrina a un activo a la baja inflando un interés inexistente. ¿Paulo Autuori, al borde de los 70 años, está dispuesto a poner a prueba su paciencia manejando una ‘joyita’ sin remedio?
Lo mismo puede decirse de Universitario. Pese a que Edison Flores ha intentado ser muy abierto y Álvaro Barco no ha descartado nada, cuesta creer que un club que ha cimentado su superioridad en los últimos tres años sobre un vestuario de hierro, protector al máximo de su intimidad, esté dispuesto a aceptar a un futbolista con alma de pelotero, que ha tenido problemas en todos los clubes donde jugó. Desde que muy joven se escapó de la concentración de la Universidad San Martín para jugar un campeonato barrial que daba como premio una vaca, Cueva ha demostrado que la disciplina es una palabra prohibida en su diccionario particular.
Discutir su talento es absurdo, restarle méritos con la camiseta de la selección también. Pero contratar a este Cueva cantarín y pegalón, de panza chelera y alergia al gimnasio es comprarse un problema. Sería una gigantesca insensatez.
*************
¡Tu pasión merece ser premiada! Accede a contenido exclusivo, sorteos, premios y más con la Suscripción del Hincha. Da click aquí para ingresar.